lunes, 9 de noviembre de 2015

LOS TRABAJOS DE NUESTROS GANADORES

Todos nuestros alumnos nos han presentado unos trabajos estupendos. Aquí una muestra de los minicuentos ganadores. Pero todos se merecían PREMIO por su esfuerzo y participación.
¡GRACIAS A TODOS!
 
 









 



YA TENEMOS GANADORES DEL CONCURSO DE HALLOWEEN

Esta mañana hemos hecho entrega de su merecido premio a los ganadores en nuestro concurso de Halloween.
 














 

lunes, 26 de octubre de 2015

CUENTOS DE LOBOS

En el blog "LA COLECCIONISTA" hemos encontrado esta interesante selección de cuentos de lobos, el personaje malo por excelencia de los cuentos, muy apropiada para estas fechas.

El malvado lobo feroz forma parte de nuestra educación sentimental desde bien pequeños. Sus andanzas se remontan a esos “viejos tiempos, cuando soñar aún servía de algo...” como escribían los hermanos Grimm. Lo conocemos a través de algunos de los cuentos populares más famosos como Los tres cerditos, El lobo y los siete cabritos o Caperucita roja. Aparece también en muchas fábulas, como en El lobo y el carnero. Y es el malvado de algunas historias infantiles clásicas como Pedro y el lobo. Y eso hace que todo el mundo, aún siendo muy pequeño, sepa quién es el temido lobo feroz. En todos ellos, el fiero animal actúa como antagonista y trata, mediante la seducción y a través de astucias y enredos, de engañar a los protagonistas de las historias para comérselos. Los finales reservados a los protagonistas y al lobo varían según la versión, pero su imagen aparece siempre ligada a lo malvado.

Caperucita roja de Gustave Dorée

Esa función del malo de la historia y el hecho de ser tan conocido es lo que provoca que muchos autores actuales de la literatura infantil lo retomen para crear, a su costa, nuevas historias. Relatos en los que el detonante parece estar siempre ligado a su papel de fiero glotón. Historias que se inician como advertencias de la llegada del malvado pero que acaban dibujando a lobos muy diferentes a los feroces animales de los cuentos clásicos. Más que miedo inspiran ahora ternura y sus peripecias nos deparan sorpresas, risas y reflexiones sobre algunos estereotipos o concepciones del mundo. Y si antiguamente acababan llenándose la panza con todo tipo de carnes, en la actualidad su dieta parece haber cambiado, más forzado que por gusto, aunque... ¡NO SIEMPRE! 

Así que, señores y señoras, ¡prepárense para iniciar un viaje al país de los lobos! Y estén alerta porque las cosas no siempre son lo que parecen...

Iniciamos el camino con dos álbumes destinados a los más, más, más pequeños. La mayor parte de libros de 0 a 3 años no toman un cuento concreto de la tradición para transgredirlo, sino que se centran en la figura del lobo, para dejar fuera de lugar el rol que siempre se le ha otorgado. En ellos, la sorpresa final juega un papel muy importante ya que rompe las expectativas del pequeño lector y acaba provocando la risa.


Lobo de Olivier Douzou (FCE) es un álbum cuadrado que contiene una historia sencilla elaborada con unas ilustraciones simples, de colores planos y trazos gruesos, que recuerdan a los dibujos infantiles. La cubierta muestra un primerísimo plano de un lobo, con unos enormes y afiladísimos dientes. El mecanismo es sencillo. El narrador-lobo, a través de las diferentes páginas va diciéndonos como se pone primero un ojo, después una oreja, después su otra oreja, más tarde unos dientes... hasta que ya tiene su cabeza entera. Es entonces cuando se pone a vociferar. Parece hambriento... ¿A quién se comerá? La sorpresa final puede adivinarse en la cubierta y el misterio se resuelve antes de leer si  cubierta y contracubierta se miran como una sola imagen...



Otro álbum de lobos con final sorprendente para los pequeños de la casa es ¡Qué llega el lobo! De Émile Jadoul (Edelvives). En la cubierta encontramos a un lobo que parece ilusionado por algo. Al abrir el libro el lector se encuentra con diferentes animales que, corriendo por el bosque, le ruegan al ciervo que le abra las puertas de su casa porque llega el lobo. De trazos gruesos y sencillos, Jadoul juega con el fuera de campo para sugerir partes del espacio que no son totalmente visibles al lector. Un juego con el que insinúa pistas sobre la sorpresa final. Un álbum para leer y releer en voz alta hasta el infinito. Los peques disfrutan mucho de la canción final y se quedan encantados con el desenlace y con el ruborizado lobo.


Otro entrañable lobo lo encontramos en ¡Cataplum! De Philippe Corentin (Corimbo). A Corentin le gusta jugar con figuras tradicionalmente malvadas y astutas para girar la tortilla y convertirlos en los personajes embaucados y confundidos que no estaban acostumbrados a ser. En la cubierta de ¡Cataplum! encontramos a un lobo que parece acechar a algún animal que el lector no alcanza a ver. Al abrir el libro, en la portada, un conejo corre con cara de susto. Corentin nos cuenta la historia de un temible lobo feroz que aunque hambriento y decidido a encontrar algo para comer (todo indica que un conejo), se siente un poco triste e incomprendido. Como es tan malvado y salvaje, nadie quiere jugar con él... Las ilustraciones cercanas al estilo de la historieta humorística parecen relacionarse de forma irónica con el texto. Si Jadoul jugaba con el fuera de campo, Corentin hace lo contrario. Las amplias perspectivas muestran al lector mucho más de lo que el lobo es capaz de ver, creando así tensión narrativa y dando protagonismo al pequeño lector de imágenes, que se divertirá viendo cómo los conejos burlan los intentos del lobo de cazarlos. De nuevo un final sorprendente pondrá un final feliz a la historia. 

Otra historia de tiernos conejitos que logran burlar las fauces del lobo con ardides y astucias es la de ¡Voy a comedte! De Jean Marc Derouen i Laure du Faÿ, del que hablamos en otra entrada.

Si los finales sorprendentes (y felices) son el elemento más característico de los libros para los más pequeños, a medida que los niños crecen, los juegos con la tradición son más evidentes y sofisticados. Los niños que ya conocen los cuentos tradicionales pueden divertirse con todo tipo de inversiones, parodias y versiones sobre cuentos y personajes que conocen muy bien. Es en este momento cuando los autores se centran más que en trabajar sobre personajes en elaborar versiones de cuentos concretos. Para ello se valen de nuevos narradores, de finales abiertos, de juegos intertextuales y metaficcionales y de la mezcla de géneros, otorgando un papel esencial al humor



En Le loup ne nous mangera pas! de Emily Gravett (nunca editado en castellano), nos encontramos a tres cerditos que acaban de capturar a un lobo feroz y salvaje. Ataviados como artistas de un circo, los tres cerditos -los nuevos narradores de la historia- se jactan de que son capaces de hacerle hacer cualquier cosa: convertirlo en lobo-bala, ponerle un gran lazo rojo, montarlo como a un caballo,... Gravett dibuja sobre un fondo blanco a los cuatro protagonistas, acompañados tan solo por los elementos necesarios a cada una de las acciones que le hacen hacer al pobre lobo y a un texto que cambia de tipografía según las necesidades del relato y que forma parte de la propuesta gráfica. La autora se preocupa en trabajar sobre la expresividad de los personajes. En cada página observamos a los cochinos orgullosos de sus actuaciones y repitiendo, seguros de sí mismos, que el lobo no los va a comer. El pobre lobo aguanta con susto, asombro y paciencia las tonterías que le hacen hacer sin decir palabra... Hasta que... se lo ponen tan fácil que no puede haber más final que el que las guardas posteriores nos relatan... Algo de lo que nos prevenían a lo largo de todo el relato las miradas intermitentes del lobo hacia el lector y los cerditos y que deja al lector ante un final abierto, algo poco habitual en las historias canónicas de la literatura infantil.



En ¡El lobo ha vuelto!, Geoffroy de Pennart elabora una sencilla historia cargada de guiños intertextuales a muchos de los cuentos y fábulas tradicionales en las que el lobo tiene el papel de antagonista. Los periódicos traen la noticia de que el lobo ha vuelto y muchos personajes tienen miedo de encontrarlo. Es así como los tres cerditos, las siete cabritas y su madre, Caperucita Roja, el corderito o Pedro se reúnen en la casa del señor conejo. Una historia que juega con la repetición para crear tensión y que elabora un divertido juego con el lenguaje periodístico, a través de las cabeceras de muchos de los periódicos que se distribuyen por el bosque. Y si las imágenes de las guardas parecerían adentrarnos en una historia de miedo, las ilustraciones del interior, de estilo de historieta de linea clara, acompañan a la perfección un relato en el que el humor acaba imponiéndose.

Dos de los álbumes más divertidos sobre lobos son Cuidado con los cuentos de lobos (SerreS) de Lauren Child y La verdadera historia de los tres cerditos, por S. Lobo, tal como se la contaron a John Scieszka (Thule), del duo Lane Smith y John Scieszka. Dos álbumes netamente metaficcionales que vulneran las convenciones de la literatura infantil canónica desdibujando los límites entre lo que ocurre dentro y fuera de la historia narrada en el álbum o introduciendo nuevos narradores y nuevos finales.


Cuidado con los cuentos de lobos es la primera aventura de Olmo, al que conocemos por ¿Quién teme al libro feroz? con los libros de cuentos. Y si en el libro feroz era él quien se adentraba en las páginas de un libro, aquí son los lobos de Caperucita y de los tres cerditos los que se escurren de los volúmenes para comérselo, llamando la atención de algunas hadas. La intromisión de estos personajes de cuento en el mundo de Olmo generará todo tipo de cambios en el desenlace de las historias clásicas. A Lauren Child le gusta jugar con las convenciones de los cuentos tradicionales, para reflexionar sobre su condición de artefacto. Cuidado con los cuentos de lobos es una especie de collage, repleto de guiños intertextuales a cuentos sobradamente conocidos por los pequeños lectores, en los que Olmo entra en juego como narrador protagonista, fusionando dos mundos y mezclando, con ello, el cuento de hadas con la historia realista. Una historia cargada de parodias de los personajes de cuentos y que seguro estará acompañada de muchas risas. 

Si en El apestoso hombre queso nos encontrábamos con un narrador primerizo y bastante poco diestro, intentando poner orden en un collage imposible de personajes de cuento fuera de lugar, La verdadera historia de los tres cerditos nos muestra una versión desconocida de la famosa historia; la versión del narrador-lobo, algo cabreado con la imagen que de él se ha mostrado. “Me tendieron una trampa” asegura el lobo en la última página del álbum. Antes, nos ha contado que todo empezó por un malentendido relacionado con un estornudo y una taza de azúcar… ¿Quién lo iba a decir? Y es que en este mundo en que lo que cuenta es siempre una buena historia, sea real o no, ciertos sucesos, nada extraños por otra parte, suelen acabar sobredimensionados debido a la testarudez de la prensa por contar lo que les apetece… Las páginas del álbum son un viaje por lo que realmente pasó, contado por un pobre recluso que intenta que su verdadera historia salga a la luz y que el resto de mortales acabemos por naturalizar que ¡sí! los lobos comen carne, pero ¿es suya la culpa, acaso? Esos crímenes nunca fueron tales… o al menos no cómo han hecho que nos los imaginemos… Una parodia divertidísima sobre las crónicas de sucesos y la desmesura que a veces las acompaña, convirtiendo algunas noticias en verdaderos circos informativos.

Silva-Díaz aseguraba en su Libros que enseñan a leer “que “vulnerar” y “descubrir” son los dos verbos que mejor expresan lo que hace la metaficción con respecto a las convenciones de la literatura para niños y niñas. Se trata de vulnerar las convenciones mediante la introducción de otras formas ficcionales menos codificadas y más experimentales o de descubrir el mecanismo por el cual operan estas convenciones a través del distanciamiento o el señalamiento de estos mecanismos.” Los tres cerditos de Wiesner y Lobos de Emily Gravett son buen ejemplo de esto último. Ambas obras reflexionan sobre el mecanismo del libro dentro del libro para elaborar estructuras complejas y acabar proponiendo nuevos y sugerentes finales. 


En Los tres cerditos (Juventud), Wiesner inicia la narración a través de las convenciones clásicas del “Había una vez”. A ella se le une una ilustración de estilo clásico que hace pensar al lector que se encuentra ante una versión tradicional de la obra. Poco después el lector ve sus expectativas rotas cuando uno de los cerditos sale volando de la ilustración y va a parar a una página en blanco (lugar al que le acompañarán los otros dos para escapar del malvado lobo). A partir de ese momento la historia se convierte en un relato sobre el hecho de narrar y de ilustrar historias. El viaje por las páginas en blanco llevará a los cerditos hasta otras tradiciones cuentísticas (con otros estilos de ilustración, otras tonalidades y otras tipografías que le vienen tradicionalmente asociados) y les hará darse cuenta de que ellos mismos pueden cambiar el rumbo de los acontecimientos, ordenando de modo distinto el mundo de ficción en el que se encuentran e introduciendo cambios en el final de la historia clásica. Wiesner juega con las convenciones sobradamente conocidas por los lectores de los cuentos clásicos, las historias infantiles e infantilizadas de animales y las leyendas de caballeros y dragones para elaborar un relato netamente metaficcional que se divierte experimentando con las estructuras tradicionales de las historias destinadas a los niños. 


Algo con lo que también juega Emily Gravett en su álbum Lobos (Norma). Al abrir el libro nos encontramos con un conejo que va a la biblioteca en busca de un libro de no-ficción sobre lobos. Rápidamente, el lector se da cuenta que el libro que elige conejo, es el mismo que el lector tiene en sus manos. A partir de ese momento la ilustración -a través de una focalización externa- nos muestra dos relatos paralelos: el que narra el libro que conejo acaba de coger de la biblioteca y la historia que nos cuenta cómo conejo lee el libro. La visión panorámica de las ilustraciones deja ver al lector que el lobo ha salido de las páginas del libro sin que conejo se haya dado cuenta... Y mientras este lee concienzudamente sobre los hábitos del lobo, la tensión narrativa crece a medida que conejo se acerca a las garras del lobo sin saberlo. Gravett juega de nuevo con la ironía para construir una historia metaficcional con dos posibles finales (o eso se supone). Un final negativo y que es el más verosímil, teniendo en cuenta lo narrado en el libro informativo, y otro final feliz con un lobo vegetariano. Un final éste último que, a través de la relación irónica entre texto e imagen, parece poco creíble. Una improbabilidad que se acrecienta al leer las guardas finales, que nos muestran las cartas sin leer de un señor conejo que parece desaparecido desde hace tiempo y que todavía no ha devuelto el libro a la biblioteca... 

Me gustaría acabar con dos historias para lectores un poco más mayores en los que el humor deja de estar presente. Historias teñidas de ambientes más sensuales y terroríficos, en las que el lobo recupera su función tradicional, para hacernos reflexionar sobre estereotipos o sobre la función del miedo en los cuentos tradicionales. 



En Boca de lobo Fabián Negrín da voz a un narrador-lobo que nos cuenta su versión sobre el cuento de Caperucita roja. Una versión mucho más creíble que la de el lobo de Smith y Scieszka y que no pretende convencernos de su inocencia. Su relato pausado y tranquilo nos cuenta su encuentro con la niña de rojo y el trágico desenlace. Las ilustraciones oscilan entre la exuberancia del paisaje, la voluptuosidad de las figuras humanas y la ferocidad del animal, en un encaje con el texto que hace de éste un bello álbum con el que reflexionar sobre los conceptos de maldad y sobre las diferentes perspectivas desde las que se puede contemplar una misma historia.


Mangée, mangée, de Mathias Énard y Pierre Marquès es como reza la nota de portada “un cuento balcánico y terrorífico para padres inquietos que desean que sus hijos aprendan algo sobre la vida, la muerte y el estómago de los lobos”. Utilizando muchas de las convenciones de los cuentos tradicionales, los autores construyen, gracias a la conjunción de texto e imagen, una historia tenebrosa sobre las ficciones infantiles y los miedos adultos. El bosque oscuro y lóbrego, lugar de lo desconocido y por tanto fuente de todo tipo de miedos y recelos, se convierte aquí en protagonista y recrea el ambiente terrorífico de algunos de los cuentos tradicionales más conocidos, como el de Hansel y Gretel. La sutileza de un texto sencillo y sugerente se une a las ilustraciones a pastel que combinan los paisajes sombríos de los bosques balcánicos con planos cortos que nos muestran la fiereza del cazador o de la loba, creando de este modo una tensión narrativa que nos conduce hasta el final. Un final cargado de aprendizajes: “que los lobos son lobos, los hombres son hombres y que casi siempre vale la pena hacer caso a las muñecas”. 

Y aquí acabamos, aunque estos son s

IN A DARK WOOD

En la biblioteca también podéis encontrar este cuento en Kamisibai. Se cuenta en la oscuridad alumbrando el kamisibai con una linterna.
 
 

INAGURAMOS NUESTRAS ACTIVIDADES EN LA BIBLIOTECA DEL CENTRO

Con la llegada de Halloween empezamos nuestras actividades de dinamización de la biblioteca. En esta ocasión un concurso con un premio por ciclo.

 
El formato para hacer el libro es el siguiente:
 
* Para la portada y contraportada el murciélago impreso en tamaño A3
 
* Para el interior seis hojas que tendrás que grapar dentro donde escribirás la historia monstruosa y que esta impreso en A4

Esperamos que disfrutéis haciendo esta actividad y ¡SUERTE!

martes, 21 de abril de 2015

NUESTRA EXPOSICIÓN

CORCHERA CENTRAL

 
 
LAS TABLILLAS
 
 
 
LOS PAPIROS


 
 
LOS PERGAMINOS

 
 
LA IMPRENTA

 
LA IMPRENTA DE GUTTEMBERG
 
 
 
 LOS AVANCES DEL SIGLO XIX
 
 
 
SIGLOS XX Y XXI

 

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